miércoles, 2 de noviembre de 2011

REALIDAD DISTORSIONADA


La realidad, en ocasiones se contempla y se aprecia mejor cuando se distorsiona, cuando aparecen elementos externos que hacen que lo que nuestros sentidos perciben no tenga nada que ver con la cruda realidad. La cruda realidad la vemos todos los días y a todas horas, la vemos pasar al ir al trabajo, al pasear, al ver las noticias, todos los días, a todas horas, siempre lo mismo, la cruda realidad convive con nuestro ser, con nuestra familia, con nuestros amigos y pasa y pasa y sigue pasando, todos los días y a todas horas, por eso la cruda realidad forma parte de nuestro universo sensorial, de nuestra rutina diaria. Las imágenes son las mismas en nuestras retinas, las melodías se repiten uniformes en nuestro cerebro, los sabores se vuelven imperceptibles para nuestro paladar, los abrazos resbalan por la piel intacta de sentimientos, las fragancias se hacen invisibles a nuestro olfato y la belleza de todo aquello que nos rodea se convierte en parte del decorado por el que transitamos metódicamente todos los días y a todas horas.

La realidad distorsionada puede empezar en una discusión, en un desengaño, en una ruptura, en un cerrar los ojos para ver, un olvidar lo aprendido para aprender de nuevo a contemplar la luminosa oscuridad que a veces nos rodea sin que nosotros seamos capaces de percibirlo. Con la vida sin luz, sin sonidos exteriores, despiertos pero soñando, soñando una realidad que existe a tan solo unos milímetros de nuestros poros y que apenas somos capaces de palparla cada día y a cada hora. Con los ojos cerrados y la vida abierta de par en par, como en una eterna y delirante jam-sesion, improvisando cada día y a cada hora como si cada momento vivido representase una nueva melodía y cada uno de nosotros interpretase la suya atravesando el cable de un funambulista, sintiendo el miedo a caer, pero convencidos de que es màs bello el momento que la eternidad.

Por eso la realidad distorsionada nos aterra, por eso nos refugiamos en la comodidad de ver pasar la vida desde nuestra mullida atalaya, de no arriesgar lo mucho o lo poco que tenemos, de conformarnos con ir todos los días al trabajo, con la que está cayendo, con contemplar los mismos paisajes, con recibir los mismos abrazos o con escuchar una misma melodía cada año, cada día y a cada hora.

Hoy toca distorsionarse, yo con Wiski , tú con Ron, a la mierda el Vozka. Hoy toca sentir los abrazos hasta que se erice el vello, apreciar el aroma de una vida que nos envuelve en sus almizclares, convertir las angustias en alivios y las fatigas en poder. Hoy toca coger el rebaño o coger los instrumentos y echarnos a la calle a interpretar las melodías distorsionadas que brotan de lo profundo del alma, que bajan del cielo al infierno y que se convierten, ya en la tierra, en infinitos standars de una jam-sesion eterna y delirante en la que todos somos una verdadera realidad distorsionada.

1 comentario:

  1. Dios mío, que pasada, no sé donde vas a llegar. Me haces sentir remordimiento, esperanza, inquietud, alegría, y por supuesto envidia de no poder escribir así. Gracias amigo.

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