martes, 8 de noviembre de 2011

LOS INDECISOS

Los indecisos, caminan por la vida con prudencia, no saben qué dirección coger al llegar a un cruce de caminos. Su vida transcurre entre referendums personales, el café solo o con leche, el traje gris marengo o el azul marino, bajo a la calle en ascensor o por las escaleras y lo que más quebraderos de cabeza les da a la hora de abandonar el hogar, coger el paraguas o no.

Los indecisos malgastan su valioso tiempo en resolver guerrillas internas, si juntásemos todo el tiempo que emplean los indecisos en tomar sus decisiones, comprobaríamos como los indecisos, de media, desaprovechan varios años enteros de su vida debatiendo consigo mismos, si a esto añadimos el desgaste físico y mental del estrés que supone ese continuo come come interior de navegar siempre entre dos aguas y no saber hacia que orilla nadar, llegaremos a la conclusión de que la esperanza de vida del indeciso tiende a ser más corta que la del decidido, aunque estos datos creo que no son demasiado fiables ya que debido a mi experiencia personal puedo afirmar que para llegar a ser decidido uno tiene que ser capaz de chocar muchas veces contra el mismo muro, pero bueno con decisión y coraje se puede lograr tirarlo.

Ayer sin ir más lejos me encontré por la calle con un indeciso. Estuvimos hablando de nuestras cosas y le propuse entrar a un bar a tomar un vino. -A cual vamos. Me dijo. -Al que tú quieras. Le contesté. Comenzó a caminar, yo pensé que entraríamos en uno de los dos que teníamos en esa misma calle y que nos quedaban a mano, pero el indeciso pasó de largo y mientras andábamos me iba contando que había un par de bares por la zona que servían buenos caldos. Una vez llegó al sitio en cuestión se quedó unos segundos dubitativo hasta que se decidió y me dijo: - vamos a entrar a este a ver si te gusta. La verdad que el local en cuestión era acogedor, decorado en madera con el suelo de tarima vieja restaurado, estanterías llenas de libros antiguos, las paredes decoradas con fotos históricas de diversos temas, fútbol, jazz, boxeo, flamenco, toros... La barra era una delicia, con sus apetecibles pinchos de increíble elaboración y sus vitrinas perfectamente alineadas y repletas de los vinos de las mejores marcas y añadas posibles. - Está bien esto. Le dije al indeciso. - Si, lo he descubierto hace poco. Me respondió.
Pronto se acercó el camarero a preguntarnos lo que deseábamos tomar. -Dos vinos, me apresuré a decir. -¿Crianza? preguntó este. Y mi amigo el indeciso intervino: -¿Qué tienes?
El camarero le dio varios nombres y para finalizar le recomendó un Alcantelle del 94 excelente y a muy buen precio. Mi amigo el indeciso me miró, me encogí de hombros y se volvió hacia el camareo para decirle: -Pues ése va a ser. ¡Cómo estaba el vino!

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