Rastrojo de terciopelo negro,
tatuado por la vida el corazón,
misionero de sueños imposibles,
angustias que se apagan con el sol.
Vuelves la mirada a cada paso,
comprobando las huellas de tu ayer,
ése ayer del que escribes cada día,
diarios sin letras al amanecer.
Un repoker de damas por mano,
nunca dispuesto a darte mus,
las partidas las ganas con el alma,
las heridas sólo las sufres tú.
Tu ritmo de latido es tan intenso,
que agotas al cansancio y al dolor,
las noches las devoras sin decoro,
a ritmo de merengue y bacilón.
Amigo de mi amigo y de tu amigo,
letra de tango y vaso de ron,
en mi bar siempre tendrás cobijo,
pero hoy la música, la pongo yo.
Un repoker de damas por mano,
nunca dispuesto a darte mus,
las partidas las ganas con el alma
las heridas siempre las curas tú.
Altas horas de la madrugada...
ResponderEliminarJoder, la leo por segunda vez y todavía lloro más que la primera. No tienes límites, solo los que tú te pongas.
ResponderEliminarDe dificil lectura en una primera aproximación, es luego un bello poema que a nadie deja indiferente,
ResponderEliminarSaludos
Gracias, es un regalo a un amigo que tampoco deja indiferente. Conociéndole se entiende mejor el poema.
ResponderEliminarTe ha faltado añadir que no tiene ni puta idea de toros.
ResponderEliminarCómo se nota quienes son tus amigos, a mí no me dedicas más que improperios.
(Angustias, no llores que éste mamón lo habrá copiado de algún libro de bolsillo).