Regresar no siempre es tan idílico como nos lo hacen creer en los anuncios de la navidad. Regresar a veces es doloroso. Regresar supone en ocasiones revivir viejos fantasmas que habían quedado atrapados en tu pasado. Regresar representa un acto de sumisión absoluta, una sumisión del alma, en complicidad total con el espíritu. Regresar es perder una batalla, es volver a enfrentante con lo cotidiano con esa conjunción de calibres y engranajes que conforman tu día a día, tu trabajo, tu familia, tu entorno social, tu estrés y tu descanso semanal. Regresar a veces, sólo a veces, es doloroso por eso me desgarro el alma y el espíritu con mis angustias y fatiguitas e intento convertir lo que de antemano sería un regreso doloroso en una entrada triunfal.
Regresar, bajo mi punto de vista, es siempre un ejercico de busqueda, de encuentro con aquello que ya no es y que sin embargo en nuestra memoria permanece agrabado a fuego. Lo que nos queda es poner de acuerdo lo pasado con lo real en el momento del regreso.
ResponderEliminarUn buen escrito que incita a la reflexión. Un saludo
No puedo plantearme el regreso como una derrota, sería desoladora la vida.
ResponderEliminarMira que me gusta a mi el calvo de la lotería...
Dejo nuevo enlace al nuevo blog. Gracias
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