jueves, 21 de octubre de 2010

EL POEMA MÁS CORTO DEL MUNDO

Quiso escribir el poeta
empezando con una palabra esdrújula,
el poema más corto del mundo.
Pero podría resultar demasiado largo
y acabar aburriendo a los lectores,
el poema más corto del mundo.

Pensó en un monosílabo,
para comenzar el poeta a escribir
el poema más corto del mundo.
Pero le pareció algo breve
y quizás le restase interés,
al poema más corto del mundo.

Deseó el poeta cantarle al otoño,
la estación de los poetas,
en el poema más corto del mundo.
Pero se le antojó triste, melancólico
y decidió deshechar hojas caídas
y días menguantes,
para el poema más corto del mundo.

Intentó inspirarse el poeta en el mar, la mar,
para conseguir componer los versos,
del poema más corto del mundo.
Más se le presentaba borroso
en el tiempo y la distancia.
Y cambió olas y mareas
por sentimientos y pasiones más cercanas,
para poder crear así,
el poema más corto del mundo.

Buscó dentro de sí el poeta
para arrancar de sus entrañas,
el poema más corto del mundo.
Se sumergió en remolinos, espirales,
en tormentas del alma y la conciencia,
en la desierta arided de su fracaso
en la soledad obtusa de su vida.
Y el poeta soñó.
Soñó la palabra,
soñó que empezaba,
soñó que acababa,
soñó que soñaba,
soñó, con el poema más corto del mundo.
Y en su página en blanco
con su pluma negra
el poeta escribió: nada.

Y el poeta lloró.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL ESPACIO INFINITO

¿El espacio es infinito? me preguntaba Ángela con sus seis insultantes años. ¿Que si el espacio es infinito? Sí Ángela, creo que sí, le respondí con los ojos abiertos como platos y sin más argumentos que el, sí porque sí.

Pero ¿Para qué necesitaría una niña de seis años saber si el espacio es infinito? Quizás esa pregunta en vez de estar haciéndomela yo se la tenía que haber planteado a la chiquilla, pero me pudo la presión, me vi impotente o simplemente me acojoné por la respuesta que hubiese sido capaz de darme la criatura.

Y ahora en estado de reposo físico y mental, me hago yo la pregunta. ¿El espacio es infinito? y me vuelvo a preguntar a qué espacio se referiría Ángela, al universo en general o al espacio físico en donde habitan las cosas. Qué entenderá ella por infinito si apenas es capaz de contar seguido hasta cién sin pasarse del ochenta y nueve al ochenta y diez. Será, que en una de sus fluidas lagunas mentales, en las que a menudo se abandona a las musas le da por desarrollar teorías filosóficas sobre el espacio y el tiempo mientras observa omnubilada las figuras aleatorias que se forman en el fondo de pantalla del ordenador cuando éste pasa a modo de espera.

No se si el espacio por el que transita Ángela será infinito o no, yo apenas alcanzo a comprender que el horizonte que se observa desde mi ventana es demasiado amplio y que las distancias están para recorrerlas, pero espero que en un lejano día mi pequeña amiga me lo pueda desarrollar de una manera más convincente de como yo lo se lo he explicado a ella, éso querrá decir que su espacio y el mío habrán caminado paralelos rumbo al infinito, si es que existen tales cosas.

Ésta se la dedico a Ángela.



lunes, 11 de octubre de 2010

EL REGRESO

Regresar no siempre es tan idílico como nos lo hacen creer en los anuncios de la navidad. Regresar a veces es doloroso. Regresar supone en ocasiones revivir viejos fantasmas que habían quedado atrapados en tu pasado. Regresar representa un acto de sumisión absoluta, una sumisión del alma, en complicidad total con el espíritu. Regresar es perder una batalla, es volver a enfrentante con lo cotidiano con esa conjunción de calibres y engranajes que conforman tu día a día, tu trabajo, tu familia, tu entorno social, tu estrés y tu descanso semanal. Regresar a veces, sólo a veces, es doloroso por eso me desgarro el alma y el espíritu con mis angustias y fatiguitas e intento convertir lo que de antemano sería un regreso doloroso en una entrada triunfal.